Durante la mañana del 5 de agosto, frente al Congreso de la Nación, personas con discapacidad, sus familias y prestadores nos movilizamos para defender derechos básicos: atención, tratamientos, inclusión, dignidad.

La respuesta del Estado fue tan absurda como brutal: un operativo represivo avanzó con escudos y empujones sobre personas en silla de ruedas, prestadores que trabajamos con compromiso y amor, y niños que sostenían carteles con consignas de esperanza.

Nadie arrojó piedras. Nadie generó disturbios. Fue una manifestación pacífica, frente a un veto injusto, inhumano y absolutamente innecesario.

Aun así, la respuesta fue represión.

Reprimir a quienes defienden la dignidad no es garantizar el orden. Es autoritarismo.Es negar el derecho a existir, a ser vistos, a ser escuchados.

Foro Permanente  Discapacidad