Con información y fotografía brindada por Aldo Sotelo.
El deporte del norte santafesino está de luto. Este martes 14 de mayo de 2025 falleció, a los 87 años, Enzo Mario Vacou, uno de los grandes íconos del fútbol de Reconquista. Reconocido por su extensa y ejemplar trayectoria dentro y fuera de la cancha, dejó una huella imborrable en el corazón del Club Talleres y en toda la comunidad.
Nacido el 3 de octubre de 1937 en El Sombrerito, pasó su infancia junto a sus padres, Domingo y Juana Rufanach, y sus hermanos Héctor, Hugo, Vilma y Nancy. Fue el último de los cinco hermanos en fallecer. Siendo joven, la familia se trasladó a Reconquista, donde Enzo completó sus estudios primarios en la Escuela Rivadavia y luego cursó carpintería en la Escuela Industrial. Desde temprano combinó el trabajo con el deporte, desempeñándose en la empresa de sepelios de Emilio Nardelli.
A los 20 años cumplió con el servicio militar en la Armada, en la Base Comandante Espora de Bahía Blanca. Durante ese tiempo fue convocado por un equipo de primera división local, pero eligió regresar a su tierra natal tras recibir una oferta laboral de Agua y Energía, donde forjó una larga carrera profesional.
El 28 de julio de 1953, con apenas 16 años, firmó con el Club Talleres, institución con la que disputó más de 27 temporadas consecutivas. Comenzó como centrojá —posición equivalente al actual volante central— y luego pasó a desempeñarse como defensor central. Se retiró a los 42 años, habiendo sido protagonista en múltiples campeonatos, incluidos los títulos de 1966, 1967 y 1968. También formó parte del seleccionado de la Liga Reconquistense y fue refuerzo de otros equipos en partidos ante conjuntos profesionales.
Dentro de la cancha, fue un referente indiscutido. De carácter firme y juego limpio, nunca recurrió a la mala intención. “Ese parece un palo, no deja pasar a nadie”, recordaban los rivales, mientras su esposa Gloria relataba que “era un baluarte en Talleres, los más jóvenes lo escuchaban”. Enzo solía decir: “Yo me paraba en el medio y todas las salidas del equipo pasaban por mí”.
Su amor por Talleres lo llevó a expresar su desacuerdo cuando el club se fusionó con Alumni y luego con Atlético y Tiro. Aun así, valoró que la cancha del barrio Moreno lleve el nombre de su hermano Héctor “Ñato” Vacou.
La vida familiar fue otro de sus grandes pilares. Junto a Gloria Centurión, con quien se casó el 13 de agosto de 1960, formó una familia con cuatro hijos: Enzo, Marcelo, Valeria y Daniel. Uno de los momentos más emotivos de su carrera fue haber compartido equipo en primera división con su hijo mayor.
Fuera del deporte, trabajó en distintas instituciones locales: el Festival del Noreste, el programa de Viviendas Argentinas del Obispado, el Concurso de Pesca del Surubí, los tradicionales corsos de calle Patricio Diez, y en comisiones del Club Talleres. También representó a la Empresa Provincial de la Energía en competencias deportivas a nivel nacional.
Aun después de retirarse del fútbol profesional, siguió jugando torneos hasta pasados los 60 años. En la última década, un accidente doméstico afectó su salud, pero nunca su espíritu.
Su velatorio se realiza en la sala de calle Moreno 1050. El sepelio tendrá lugar el jueves 15 de mayo a las 9:30 horas en el Cementerio de Reconquista.
Se fue un grande, una figura que marcó época. “Al primero que convocaba era al Enzo, después el resto”, dijo alguna vez un referente del fútbol local. Su legado trasciende generaciones. Enzo Vacou fue, es y será sinónimo de calidad, compromiso y amor por el deporte.
FOTO: La tapa del libro de Talleres que escribí en 2019, allí está con su hermano mayor Héctor (Ñato), el «Negro» Córdoba y a la derecha Enzo, los tres partieron, estarán juntos nuevamente recordando estos momentos…que así sea…Prof. Aldo Sotelo.