Cada 18 de abril, se conmemora el Día Mundial del Radioaficionado, una celebración que busca destacar la importancia y el legado de este apasionante pasatiempo que ha sido vital para la comunicación a lo largo de las décadas.

En esta ocasión, Omar Sandrigo, Odontólogo Jubilado, comparte su experiencia como radioaficionado, resaltando cómo este hobby ha cobrado aún más relevancia en su vida tras su jubilación. «Ahora tengo más tiempo para escuchar la radio. Me considero un radioaficionado», afirma Sandrigo.

Aunque en Argentina la fecha para celebrar este día es el 21 de octubre, la comunidad mundial de radioaficionados se une en esta jornada para destacar la importancia de este pasatiempo que, como señala Sandrigo, va más allá de una simple afición. «El radioaficionado es un hobbie, como pintar o practicar deportes, pero en este caso te brinda la posibilidad de comunicarte y, con conocimientos, se puede modificar, investigar, hacer nuevas experiencias. Siempre hay algo más por hacer», comenta.

Para participar en esta actividad, es esencial contar con los equipos adecuados, como radiotransmisores, receptores y, sobre todo, una buena antena. «Los equipos pueden ser sofisticados o no, pero lo que más importa es la antena», destaca Sandrigo.

Uno de los aspectos más fascinantes de la radioafición es su capacidad para conectar a personas de diferentes partes del mundo. «Yo me comunico con todo el mundo, hasta Rusia. Es una ventana abierta a un mundo inimaginable, desconocido para muchos, pero entre los radioaficionados hablamos el mismo idioma, tenemos el mismo código, normas y lo respetamos», explica.

Sin embargo, para participar en estas comunicaciones, es necesario obtener una licencia y cumplir con ciertos requisitos para operar en diversas frecuencias. «Hay que tener licencia y cumplir con los requisitos para salir en distintas frecuencias», subraya Sandrigo.

Además de las comunicaciones por voz, la radioafición ofrece la posibilidad de realizar programas digitales utilizando computadoras para llegar a un público más amplio. «Se arman ruedas y se habla sobre lo que sucede, sobre cosas de la vida, experiencias. Solo hay que respetar los códigos y no hablar de política, rivalidades, entre otras», comenta.

En definitiva, para Sandrigo y muchos otros radioaficionados, este pasatiempo es más que una simple actividad técnica: «Lo fundamental de este hobbie es comunicar, charlar. Es como ir a un café a conversar con amigos, y se entrelazan vínculos mediante la comunicación».